El 6 de enero de este año asistíamos atónitos al asalto en directo del Capitolio de los Estados Unidos por parte de fanáticos de Trump. Pocos meses más tarde, estos días precisamente, The good fight introduce el reciente suceso histórico en el argumento de su quinta temporada, no de una forma anecdótica sino en el centro de la trama de la propia Diane Lockhart. El intento de toma de tan sagrada institución democrática se convierte en una nueva prueba de fuego para su matrimonio con el republicano Kurt. Y es también una nueva muestra de hasta qué punto la serie sigue rabiosamente pegada a la actualidad.
Ya se la jugaron en su momento introduciendo la más que
probable victoria de Hillary Clinton en el final The good wife, hasta que las
terroríficas elecciones de aquel 2016 les trastocaron los planes a los King. Los
responsables de esta proeza de la ficción incorporaron la victoria de Trump justo
en el estreno de este ansiado spin-off, con Diane contemplando absolutamente
aterrada desde el sofá de casa su toma de posesión.
La serie regresaba este año con dos nuevas bajas
importantes, la de Adrian como uno de los tres socios principales del bufete y
la de Lucca como integrante de ese trío con el que la ficción comenzó su
andadura. Pero poco ha importado. Si The good fight logró sobrevivir e
incluso superarse ante la falta de Alicia Florrick es gracias a su abordaje
coral, repleto de secundarios más o menos recurrentes pero absolutamente
soberbios. Sin distinción. Es otra de sus grandes bazas, esa capacidad de
generar personalidades irrepetibles con guiños constantes al espectador, como
los pájaros que se estampan en la ventana del despacho de la agente Starkey
(desternillante Jane Lynch, ahora con sintonía de móvil incluida) o ese “Te
quiero, te respeto” con el que ha debutado Mandy Patinkin por todo lo alto.
Si existe una razón por la cual The good fight ha sido
sistemáticamente ignorada en los Emmy, se me escapa. Este año no podía optar a
ninguna categoría, pero resulta de lo más insultante que la serie tan solo haya
obtenido dos nominaciones menores a lo largo de sus cuatro primeras temporadas.
No tiene justificación su escaso reconocimiento oficial. La brillantez de sus
diálogos, su vínculo constante con la actualidad política y ese enorme sentido
del humor la convierten, sin lugar a dudas, en la propuesta más inteligente de
la televisión actual.
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